Atlas Estatal y Municipal
Atlas Estatal de Riesgos
Veracruz es una angosta franja de tierra ligeramente curvada, que se extiende de noroeste a sureste al centro del Golfo de México, en un territorio de 71 mil 820 kilómetros sobre 745 kilómetros de litoral costero. Por su territorio escurre más del 30% del agua superficial del país; y, aunque gran parte del territorio veracruzano está constituido por planicies, parte de él está atravesado por una cordillera neovolcánica, en la que se encuentran grandes montañas y volcanes, dos de ellos activos: el San Martín Tuxtla y el Pico de Orizaba que, con 5675 metros sobre el nivel del mar, es el más elevado de México y uno de los últimos glaciares del territorio nacional. Prácticamente posee todos los climas: cálido en el trópico húmedo, frío en la región montañosa, seco en Perote y en el lado oeste de la región huasteca.
Produce el 80% de la petroquímica y el 14% de la generación bruta de energía eléctrica a nivel nacional, lo que lo convierte en el principal productor del país en ambos renglones. Aloja a la única central nucleoeléctrica de México. A lo largo del año celebra más de 700 ferias y festividades en alguno de sus 212 municipios.
Todo ello – ubicación, características geográficas, económicas y culturales- hace que el Estado a lo largo de todo el año esté expuesto a la ocurrencia de múltiples fenómenos perturbadores, naturales o propiciados por la acción humana -sismos, inundaciones, heladas, sequias, incendios forestales, colapso de laderas, fugas de sustancias peligrosas y accidentes o disturbios en grandes concentraciones de población- que no pocas veces han desembocado en grandes desastres.
El riesgo de desastres está determinado por tres factores fundamentales: El peligro, el grado de exposición y la vulnerabilidad de los bienes expuestos.
Atlas Municipales del Estado de Veracruz
- El peligro está en los fenómenos perturbadores en sí, cualquiera que estos sean, geológicos, hidrometeorológicos, químicos, sanitarios o socio–organizativos. No obstante, la probabilidad de que un peligro se materialice en algún daño a la comunidad, depende del grado de exposición; es decir, de la cercanía o distancia que guarden con él la población, los bienes materiales o la infraestructura; y la vulnerabilidad de los bienes expuestos que depende de la propensión de personas u obras físicas a ser afectados, de la fragilidad y falta de resiliencia (incapacidad de autoprotegerse y restituirse por sí solos) que presenta la sociedad y sus bienes. Por eso la nueva visión de la protección civil, están menos enfocadas al desastre y mucho más a la reducción o mitigación del riesgo y de las causas que lo generan o que potencian sus efectos destructivos. Ese enfoque implica comprender y cuantificar los peligros, evaluar qué tan expuestas están la población y los bienes físicos, y diagnosticar su vulnerabilidad, así como las causas que la generan. Para adoptarlo es fundamental dejar atrás la política reactiva ante los desastres y transitar a una política integral de prevención y gestión del riesgo. Con ese fin, es indispensable desarrollar herramientas y sistemas organizados, actualizados y dinámicos de información, que permitan ubicar, visualizar y medir el riesgo. La herramienta por excelencia con tales características es el Atlas de Riesgos.